Arturo Prat: entereza y principios
Agustín
Arturo Prat Chacón nació el 3 de abril de 1848
en la hacienda San Agustín de Puñual, casa de
su abuelo don Pedro Chacón y Morales, en la
localidad de Ninhue, cerca de Chillán. Los padres
de Arturo, don Pedro Agustín Prat Barril y doña
María Luz Rosario Chacón y Barrios habían vivido
en la ciudad de Santiago; sin embargo, dos semanas
después de su matrimonio en el año 1840, un
incendio destruyó el negocio que tenían a la
entrada de la Plaza de Armas por la calle Estado.
Situación que los obligó a trasladarse al campo.
Allí, el matrimonio de don Pedro y doña Rosario
vio morir a sus tres primeros hijos antes que
alcanzaran a cumplir el primer año de vida,
por lo que la llegada de Arturo estuvo siempre
acompañada de muchos cuidados.
Arturo
permaneció un año en la hacienda de su abuelo,
ya que ésta fue vendida al acaudalado estanciero
don Ambrosio Molina. De esta manera, una vez
más la familia Prat Chacón se trasladó a Santiago,
a un fundo de los Chacón en el barrio Providencia.
Como Arturo era un niño débil, la familia hizo
gran parte del viaje en barco evitando el cansancio
de un largo recorrido por tierra. Durante la
navegación, doña Rosario le aplicó un tratamiento
de hidroterapia llamado “Priessnitz” gracias
al cual logra robustecer al niño evitando una
posible muerte. Luego, estando en Santiago nacieron
sus otros hermanos: Rodolfo, Escilda del Rosario,
Atala Rosa. Su hermano Ricardo Alberto, nació
en Quillota. Rodolfo y Ricardo también sirvieron
al país en la guerra de 1879. En 1881 Ricardo
prestó servicios como oficial de artillería
cívica en Valparaíso, obteniendo el grado de
Capitán. Arturo, de niño, fue muy vivaz y aunque no poseía
una inteligencia deslumbrante, siempre se destacó
por su constancia y decisión, por lo que frente
a la oportunidad de ingresar a la Escuela Naval
aceptó con entereza a sus cortos 10 años de edad.
Decidió hacerse marino, entre otras cosas por
los problemas económicos que atravesaba su familia
desde el incendio del negocio familiar en la calle
Estado, la enfermedad de su padre don Agustín
Prat -quien sufrió una parálisis progresiva, mal
que lo semipostró durante varios años hasta su
muerte- y porque fue becado por la Marina chilena.
Así, Arturo y Luis Uribe Orrego, hijo político
de Jacinto Chacón formaron parte de la Escuela
Naval desde el 28 de agosto de 1858. Para poder
ingresar, Arturo Prat elevó una solicitud antes
de rendir los exámenes y cuando fue aceptado el
propio Comandante en Jefe de la Armada fue quien
le ordenó presentarse el 26 de agosto en la Escuela.
Su generación es recordada como el “curso de los
héroes” porque también formaron parte Constantino
Bannen Pradel, Carlos Condell, Juan José Latorre,
Jorge Montt Alvarez, Luis Uribe, entre otros.
En
sus años en la Escuela Naval, Arturo Prat comenzó
a fortalecer su carácter y personalidad convirtiéndose
en un hombre que invocaba ante todo la razón,
que se daba cuenta de su modo de obrar, sin
por eso desconocer los impulsos de su corazón.
La norma de toda su vida fue el cumplimiento
del deber.
Jamás fumó, porque así podía destinar ese dinero
a ayudar a su familia, esquivó las fiestas sociales
o los festines de solteros y cada vez que tuvo
oportunidad le prestó ayuda a quien atravesaba
por un momento difícil. Así lo recuerda Rodrigo
Fuenzalida en su libro “Vida de Arturo Prat” cuando
con el grado sólo de Teniente Segundo y a sus
20 años de edad, Prat intercedió por el ingeniero
Ricardo Owen ante el Consejo de Guerra.
Arturo
Prat y familia
“De
manera, señora mía, que en el próximo marzo
tendremos mamá; qué linda vas a ser; cómo te
voy a querer entonces. ¿Podrá ser más? ¿Qué
será? ¿Hombre o mujer? ¿Cómo se llamará? ¿Carmela
o Arturo? Vamos pues, dime, cuéntame tus proyectos,
tus esperanzas, ya me parece que veo en tus
brazos un angelito de cabellos de oro y grandes
ojos…negros. No te vayas a imaginar por esto
que otro físico me disgustará” Este es un extracto
de una carta que Prat envió a su esposa Carmela
luego que le anunciara su primer embarazo. Pero
la niña, que fue bautizada como María Concepción
del Monte Carmelo, murió al poco tiempo de nacida.
Posteriormente nacieron Agustín Arturo Francisco
Javier y María Blanca Estela. Carmela Carvajal
se casó en el año 1873, cuando sólo tenía 21
años de edad, por lo que tuvo que presentar
un poder notarial, ya que la mayoría de edad
era 25 años para poder casarse. Por la entrega que Arturo Prat hizo a la Armada
de Chile debió permanecer largos periodos lejos
de su familia, sin que ello le provocara un distanciamiento.
Por el contrario, por el amor que le tenía a los
suyos ahorraba todo lo que podía para que su familia
tuviera una vida mejor, también ayudaba económicamente
a su madre viuda, pagaba el colegio de su hermano
Rodolfo y apoyaba también a sus pequeñas hemanas
con ropa y mesadas. Si estaba embarcado llevaba
un registro de todo lo que gastaba, cuánto necesitaba
y cuánto era su déficit, si es que existía. Incluso
estudió leyes, siendo el primer marino que asistía
a la universidad, dineros extras que también estaban
destinados a sortear gastos de su familia.
Desde
muy joven estuvo embarcado en diferentes buques
y estando al frente cada vez que era necesario
defender a su patria. “Hoy la senda de la gloria
se nos presenta a la vista, nadie vacila en
seguirla, todos lo desean, pues en Chile no
es conocida la cobardía y en muchos buques se
la desprecia”. Así quedó demostrado en el Combate
Naval de Iquique donde el cumplimiento de su
deber lo incitó a abordar el buque enemigo,
a pesar que las fuerzas chilenas eran inferiores.
“Muchachos la contienda es desigual, pero ánimo
y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera
ante el enemigo y espero que no sea ésta la
ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro
que mientras yo viva, esa bandera flameará en
su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán
cumplir con su deber”.
Fuente: Armada
de Chile
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Su
arenga a la tripulación antes del combate:
"Muchachos,
la contienda es desigual, pero, ánimo y valor.
Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el
enemigo y espero que no sea ésta la ocasión
de hacerlo. Por mi parte , os aseguro que mientras
yo viva, esa bandera flameará en su lugar y
si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con
su deber",
es un mensaje de ultratumba, que transmitido
de generación en generación, ha sido preservado
como un emblema invaluable dentro de las tradiciones
chilenas de "vencer
o morir", lema grabado en las ruedas
de gobierno de todos los buques de guerra nacionales,
como asimismo mantenido vigente en un lugar
preferente por las otras FF.AA.
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